sábado, 11 de febrero de 2017

Los castrati.

El papel de los castrati fue fundamental para la ópera, ya que sus arias se basaban en la voz de estos cantantes considerados instrumentos, característica por ser una voz blanca unida a la capacidad pulonar de un adulto. Las carreras de los castrati más destacados eran comparables a las de las modernas estrellas del rock: recorrían los teatros de ópera europeos de Madrid y Moscú y sus cachés eran muy altos.

Farinelli, siglo XVIII
Los orígenes de los castrati se situa en el Imperio romano de Oriente, ya que en Constantinopla hacia el 400 d.C., la emperatriz romana consorte de Oriente (Elia Eudoxia) tenía un coro cuyo maestro era un eunuco, lo que podría haber derivado en la creación y uso de castrati en coros bizantinos. El saqueo de Constantinopla provocaría que la práctica de cantores eunucos desapareciera.

Su reaparición se produce  a principios del siglo XVI. En torno a 1550, aparecieron los primeros documentos claramente referentes a cantantes castrados en Roma y Ferrara. De hecho se prohibió la presencia de cantantes casados en la Capilla Pontificia, lo que habría propiciado que los falsetistas comenzaran a ser sustituidos por castrati. En 1589 se reorganizó el coro de la Basílica de San Pedro para incluir castrati. Así, los castrati vinieron a suplantar a los niños y a las mujeres, que también serían prohibidas en las agrupaciones corales.

En las décadas de 1720 y 1730, en el apogeo de la moda de estas voces, se ha estimado que más de 4.000 niños fueron castrados anualmente. Muchos provenían de hogares pobres y fueron castrados por sus padres con la esperanza de que su hijo pudiera tener éxito.

 En el siglo XIX, los cambios en los gustos operísticos y las actitudes sociales significaron el final de los castrati, prhibiéndose esta práctica.

Algunos de los castrtati más famosos son Farinelli, Caffarelli, Manzuoli o Carestini. EL último castrato fue A. Moreschi, del único que se tiene grabaciones.

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